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sábado, 11 de diciembre de 2010

Marruecos: En busca del Sol: Tánger - Agadir

Hoy he salido temprano de Tánger con la intención de llegar a Agadir, pero como siempre me he perdido. Cogí la autopista de Tánger, que llega hasta Agadir, pero en algún lugar del camino me despisté. De golpe y porrazo me vi viajando por la nacional al lado de la costa. Pronto llegué a Al Jadida, pero como el día era algo lluvioso no me detuve y decidí viajar al menos hasta Safi o Essaouira. La carretera no está mal y cuando llegó la noche ya estaba en Safi y sus murallas portuguesas. Ahora el problema era encontrar un camping. Pregunté a varios marroquíes, pero algunos no me entendían y a la mayoría no los entendía yo. Tan mala suerte tuve, que acabé preguntándole a un mudo, pero este muy convencido me indicó la dirección contraria exactamente. Yo no me lo creí mucho, así que volví a preguntar y un señor definitivamente me explicó dónde estaba. Llegué al camping, hice los trámites correspondientes y como estaba bastante hambriento pregunté dónde estaba el restaurante, pero con tan mala suerte que el restaurante del camping estaba cerrado. Los cámpines en Marruecos son muy baratos, cuestan 5 ó 6 € por día, pero siempre has de contar 2 ó 3 más para el taxi, pues no sueles llevar la furgo a la ciudad, y de noche y andando es algo complicado volver.
Emprendí el camino andando carretera abajo hasta que encontré un taxi. Pregunta de rigor. Lléveme a algún sitio barato para comer. El taxista a veces se enrolla y otras te lleva a donde le da la gana. Esta vez fui a parar en un restaurante típico donde va mucha gente del país a comer. Tomé una Jadida, que estaba buenísima y de segundo medio pollo asado. Mientras esperaba que me sirvieran me pusieron unas aceitunas, que es algo que hacen normalmente, y un platito con salsa, también me trajeron un plato de ensalada enorme, pero les dije que yo no la había pedido. Supongo que al final me la cobraron igual, pues me costó 70 DH la cena. Como estaba cansado cogí un taxi en la misma puerta del local y directo al camping a dormir. Antes de acostarme una visita al lavabo y a la cama. Pronto empezó a llover y no mucho más tarde ya estaba frito, pero no fue una noche de dormir de un tirón, tuve un sueño deprimente, y como cada noche desde que estoy de viaje, no he dormido bien . Del sueño prefiero no hablar, pues criticaba a todo el mundo, así que mejor me callo. Cuando desperté por la mañana y mientras iba al lavabo, un enorme pavo real desplegó sus plumas ante mí. No me lo podía creer, yo con los ojos medio cerrados, y aquel bicho desplegando toda su belleza entre las autocaravanas. Cagué perfectamente como cada mañana y liquidé la cuenta. Pronto me puse en ruta, camino de Essaouira. La carretera no es tan buena como esperaba y está llena de curvas. Esperaba que fuese paralela a la costa pero en ningún momento se ve el mar. Yo conducía tranquilito, intentando que el aparato nuevo de música que acaba de estrenar La Marchosa, funcionara, pero no había forma, y eso me pasa, como dice mi hermano Carlos, porque yo como todo el mundo no nos leemos el manual. Al final conseguí que funcionara un pen drive lleno de música de El Ultimo de la fila, que había grabado para mi madre y que me había traído de prueba, pero acabé de El Último hasta la última hasta los mismísimos cataplines. Cuando llegué al cruce de Essaouira tenía que elegir si pararme y ver la ciudad o continuar. Decidí continuar hasta Agadir. En el camino pronto aparecieron árboles de Argán y cooperativas con su famoso aceite. Estuve tentando en parar, al menos para comparar precios, aunque pensé que con Touria sería más fácil comprarlo. De pronto, apareció un letrero que decía Emouzine, y que era una playa que me habían recomendado. Total que giré un par de km después de verlo y me fui a Emouzine a ver su playa. El camino era estrecho y bajaba por una pendiente algo empinada en la que de vez en cuando había restos de piedra y arena por las lluvias de la semana anterior. Tras 10 km de bajada llegué al pueblo, empecé a ver las primeras casas, me pareció un lugar nuevo, y que pronto estaría lleno de chalets. Había muchas casas nuevas y otras en construcción, separadas por una buena distancia una de otras. Al final me dirigí hacia el puerto y paré. Se me olvidaba que todo el camino estuvo lloviendo y cuando bajé del coche aún llovía. Hasta el puerto parecía nuevo y a pesar del mal día, al fondo a la izquierda se veía a un grupo de surfistas en medio del agua esperando sus olas. Otros poniéndose el traje a toda prisa mientras llovía y yo pensando que no era el único loco que andaba por allí. Hice unas cuantas fotos y me fui. Cuando me marchaba, algún surfista amable me saludó desde una mesa de bar. Durante la subida siguió lloviendo y yo conducía despacito admirando el paisaje y controlando la furgo. De repente una mujer con un niño en brazos, comenzó a hacerme señales de que parara, pero en este viaje no había querido recoger a nadie en los días anteriores, pero esta vez, al ver a la mujer con el niño y viendo el tiempo que hacía, paré. Graso error o mala suerte. La mujer hablaba un poquito de inglés porque su marido daba clases de inglés. Estuvimos hablando un poco sobre a donde iba y esas cosas cuando llegamos al cruce con la nacional y ante mi aparecen un par de policías. Tenía que haberles adelantado por la derecha pero me paré un poco, lo justo para que el policía me diera el alto, viniera hacia mí, y me dijera que había cometido una infracción. Le pregunté, ¿Qué infracción? y él con la cabeza me hizo saber que me paraba por culpa del bebé. Que no podía llevar un bebé en el asiento del copiloto sin cinturón ni nada. Total que me pide los papeles del coche y se los enseño. Entonces me dirijo a la mujer en árabe y le digo que tengo un problema. Ella empieza a hablar con el policía, y yo solo oía todo el rato "mushkin, mushkin", "problema, problema", era lo único que entendía. Ella miraba detrás de la furgo por si podía cambiarse a la parte de atrás, pero detrás solo tenía la cama y un montón de trastos. De golpe, se me caló la furgo, el policía se rió, yo también me reí y entonces la tensión desapareció por completo casi al instante. El policía paró un autobús he hizo que la mujer se fuera en él. Después me dijo, Monsieur, continúe. Que alivio. Pues yo ya me veía montando un numerito en la carretera.
Seguí mi camino y empezaron a aparecer vendedores desperdigados de aceite de argán y otras cosas que no sé lo que eran. A veces las botellas tenían un color y otras veces otro. Yo continué y no paré para nada. Cada dos horas mi amiga Touria me llamaba para preguntarme que tal iba todo. Al llegar a Tamri, el pueblo de los plátanos paré a echar gasoil y a comer. El gasoil va a 7,30 DH. Mientras echaba gasoil, apareció uno que quería venderme una tv, decía, es de una caravana. Y yo pensaba, que hago, voy a ver lo que vende o qué. Pero he aquí el dilema, le compro algo que sabía que era robado y que a lo mejor algún día podría haber sido mío o paso de él. El tipo insistía, tengo más cosas, ven a verlas. Al final pasé de él y le dije que no quería nada, que me iba a comer. Entonces el tipo me dice, ve allí enfrente que trabajo yo. No me lo creí, pero cuando crucé la carretera y fui al restaurante, el tipo estaba allí. Ya dejó de insistir y entonces me preguntó qué quería comer. Pedí una tajine de cordero, pero aunque estaba llena de patatas buenísimas, el cordero brillaba por su ausencia. Pagué y seguí mi camino. Quería llegar pronto al camping de Taghazoute, porque me habían dicho que allí te preparaban parasoles y toldo para la furgo, pero cuando pregunté por los precios, resultó que todo era mucho más caro que en España. Así que seguí hacia Agadir. Me paré un ratito en la playa de Taghazoute a ver a los surfistas, pues a pesar del día que hacia había muchos practicando. Hice un par de fotos y seguí. Al llegar cerca del palacio del príncipe de Arabia Saudita, llamé a Touria para que me indicara como llegar a su casa. Me dijo que continuara todo recto y que me esperaba en Marjane, unos grandes almacenes. Cuando llegué a Marjane la volví a llamar y me dijo que en 5 minutos me venía a buscar, como así fue. Me puse muy contento al volverla a ver. Hablamos un rato y me dijo que la siguiera hasta su casa. Me dejó las llaves de casa y se fue a hacer unos recados que tenía que hacer. Por la noche quedamos para cenar. Nos explicamos los últimos chismes y luego me dejó de nuevo en su casa, donde estuve intentando que funcionara internet, pero a la vista de lo lento que iba, me fui a dormir. No dormí tampoco demasiado bien, pero descansé que era lo importante.

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