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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Otra de Playa

Hoy no ha sido muy buen día, así que me ido a la playa a pensar en cosas banales y tomar el sol. Esta vez he procurado ir a una playa que conozco. Hacía un sol magnífico y calentaba lo suficiente como para no tener que ir muy tapado, con una simple camiseta tenía suficiente.
Aly me acompañaba, como casi siempre.
Había muy poca gente en la playa, pero si muchos ciclistas arriba y abajo de la carretera. Saqué el sillón de la furgo y me planté en medio de la playa. Pensaba en la suerte que tenía en poder disfrutar de una tarde tranquila, mientras algunos de mis compatriotas tenían que estar trabajando.
Estuve un rato tumbado en la furgo y Aly me ha hecho compañia mientras me refrescaba el gaznate.
Luego, cuando el sol me daba defrente, en los ojos, sin dejarme ver la carretera, he vuelto a casa.

PRIMER PINCHAZO:

Ayer había quedado con unos amigos en Masnou, y aunque el día no había comenzado bien, pues por la mañana estuve en el médico y fue un desastre la visita. Luego fui a Lulukabaraka para ver si revisaban la instalación de la placa solar, que de vez en cuando se encendía marcando un fallo, pero como no entiendo de electricidad, no había modo de que lo arreglara por mis propios medios. El caso es que hablé con ellos, estuvieron mirando la instalación y antes de cambiar la placa, decidieron cambiar el regulador, que era más fácil. Hoy al menos sigue encendido. Luego llamé a Iván, y la Ivana me invitó a comer uan fideouá de chuparse los dedos. Ivana, cada día cocinas mejor. Estuvimos un rato hablando y nos fuimos al médico porque no sé que le pasaba a Arán, supongo que una tontería. Estuvimos un cuarto de hora y volvimos a casa de Iván, porque quería ver si él encontraba algo raro en mi instalación eléctrica, pero cuando vio tanto cable, pensamos que era mejor dejarlo para otro día. A Iván le habían aprobado un presupuesto y tenía una faena pequeña por la tarde, así que decidí irme hacía Masnou, aunque todavía era demasiado temprano. Así que me fui a la playa para dejar pasar el tiempo, hasta que llegara la hora en que había quedado con mis amigos. Hacía un poco de aire cuando llegué a la playa, pero con el tiempo se fue calmando. Puse la alarma para que me avisara que tenía que ir a ver a mis amigos y estuve tomando el sol un rato. Cuando sonó la alarma acababa de subirme a la furgo. Iba de camino por la N-II cuando cerca de Cabrera empecé a oir un oido extraño. Al principio no sabía lo que era, pero algo pasaba. Abrí la ventanilla y entonces noté que a la furgo le pasaba algo. Puse el intermitente para salir de la nacional, y giré frente al burdel de Cabrera. Aparqué la furgo y cuando bajé, la rueda del piloto estaba casi a la mitad. Que idiota, como no me había dado cuenta de que había pinchado. Como aún sigo con el brazo roto, llamé a la compañia de seguros para que vinieran a cambiarme la rueda. Me dijeron que me esperara 5 minutos, y que me llamarían. Mientras esperaba llamé a mi hermano, por si tenía que venir a buscarme, y también llamé a mis amigos de Masnou para decirles que llegaría tarde. Como Sebas no había respondido al mensaje que le dejé, pues no hizo falta avisarle. Llevaba 20 minutos esperando cuando apareció la primera ambulancia. Un Sr. bajito bajo de su grua con un gato y unas llaves para desmontar la rueda. Todo dilocuente se ensarza en la tarea de desmontar la rueda, pero entonces me dice que hace falta una llave de seguridad para poderla desmontar. Yo ya no me acordaba que hacía 2 años había comprado unos tornillos de seguridad para que no me desmontaran la rueda, y si que funcionaba el dichoso tornillo, no había modo de desmontar la dichosa rueda. El Sr. de la grua insistía una y otra vez, pero la manivela se safaba del tornillo una y otra vez. El hombre estaba mucho más tranquilo que yo, que ya empezaba a ponerme nervioso. Por mas que lo intentaba, el Sr. de la grua no se quejaba, pero por mas que lo intentaba, no podía desmontar el tornillo. Cuando se hartó, dijo que iba a llamar a una grua mas grande para que me llevara a algún sitio, vete a saber donde. Entonce llegó la nueva grua, con un tipo grandullón que también se puso manos a la faena, y se inclinó para aflojar el dichoso tornillo. Pero nada, el tornillo no salía. Despues de media hora de intentarlo, se le ocurrió que había un taller de recambios de neumáticos y decidimos probar suerte, aunque no sabiamos si estaría abierto, pues ya se había hecho tarde. Llamé a mis amigos para decirles que quedaríamos otro día, pues no sabía si me lo arreglarían o no. El nuevo gruero, subió la furgo a la grua, y las 2 gruas, una con mi furgo encima, fuimos a un taller de Cabrera donde a lo mejor podían cambiarme la rueda. Por suerte llegamos 10 minutos antes de que cerraran. Les expliqué el problema y me dijeron que seguramente con el compresor podrían extraer el tornillo. Y si, despues de esperar un poco, pusieron el compresor el maldito tornillo salió a la primera. Estaba dando vueltas por el taller, mirando neumáticos, cuando oi un pequeño algarabio detrás mio. Miro hacia atrás y era el de la grua que estaba muerto de risa porque 3 ratoncillos estaban recorriendo el salpicadero. El tipo los cogió y los tiró a la calle, mientras yo le preguntaba que como era posible que llevase la cabina llena de ratones. Donde deberían guardar la grua por la noche? Despues del incidente, les el informe conforme me habían trasladado hasta el taller y se marcharon las gruas, pero yo seguía allí esperando que me arreglaran la rueda. Pensé que a lo mejor la rueda no se había pinchado sola, pues ya me había pasado algo parecido en el mismo sitio, solo que la otra vez me rompieron los cristales de la furgo con piedras enormes, y esta vez pensaba que a lo mejor me la había rajado, pero no fue así. El mecánico encontró un clavo incrustado en medio de la rueda. Seguí esperando, sin darme cuenta que ya uno de los empleados había puesto manos a la obra. Me llamó mucho la atención que en el taller entraran solo cochazos de lujo. Ya habían cerrado, pero aún aparecieron un par de coches guapísimos. Absorto en la espera, de repente uno de los jóvenes mecánicos me hizo una señal, y entendí que la rueda ya estaba reparada. Me acerqué al mostrador y pregunté cuanto era la reparación. 17 € me contestaron. Pagué y me despedí. Menos mal que me había pasado en territorio civilizado. El caso es que en un par de horas, todo estuvo resuelto y ya podía volver a casa. Hoy he quitado los otros tornillos de seguridad y no los volveré a poner.