Iba camino de casa, cuando empezó a llover, y no tenía ganas de seguir conduciendo bajo la lluvia y llegar a las tantas de la noche, el caso es que me dirigí hacia el Faro de Alcossebre para pasar la noche en la playa, pero cuando llegué allí, resulta que es una calita rocosa, y no me gustó mucho, además la explanada del faro no era del todo plana, así que busqué en el ordenador algún otro sitio en donde pasar la noche, pero no hizo falta pensar mucho, un par de km antes del faro, había visto un camino que llevaba hacia el Camping Barimar, y hacía que me dirigí.
Cuando llegué a administración lo primero que hice fue preguntar por los precios, y cual fue mi sorpresa cuando me dijeron que la temporada alta había acabado, y los precios que me dijeron eran bastante razonables, sobretodo por el hecho de que quería tomarme una larga y tranquila ducha caliente. Rellené mi ficha, aparqué la furgo, y me fui hacia la ducha tan merecida. El WC estaba impecable, y el camping en general transmitía gran tranquilidad. Tras la ducha fui al restaurante, y un señor muy amable me explicó que podía comer muchísimas cosas, que tenía para elegir. Elegí un arroz del que rápidamente di cuenta, y mientras lo hacía, en la mesa de al lado no pararon de quejarse de la cantidad que mosquitos que había, y eso que eran clientes habituales del camping, y que cada año venían desde Bilbao. En otra mesa también oi quejarse de los mosquitos, y decidieron cenar dentro del local. Yo no vi ningún mosquito de momento, pero cuando llegué a la furgo y me acosté, eso ya fue otra cosa. Había dejado completamente abierta la puerta corredera, y poco tardaron los mosquitos en zumbar a mi alrededor, menos mal que tenía un flix a mano, pero me arrepentí de haberle vendido al Okupas las pastillas antimosquitos, y que no había repuesto. Durmiendo con un ojo abierto y disparando flix, pasé toda la noche. Por la mañana me levanté temprano, tomé otra ducha y pagué la factura del camping. Tranquilamente cogí la 340 en dirección a casa, y a pesar de que estaba a unas 3 h. hasta la tarde no llegué a casa.
Conclusión: el verano se me ha hecho muy largo. Ahora a esperar el próximo viaje.
Cuando llegué a administración lo primero que hice fue preguntar por los precios, y cual fue mi sorpresa cuando me dijeron que la temporada alta había acabado, y los precios que me dijeron eran bastante razonables, sobretodo por el hecho de que quería tomarme una larga y tranquila ducha caliente. Rellené mi ficha, aparqué la furgo, y me fui hacia la ducha tan merecida. El WC estaba impecable, y el camping en general transmitía gran tranquilidad. Tras la ducha fui al restaurante, y un señor muy amable me explicó que podía comer muchísimas cosas, que tenía para elegir. Elegí un arroz del que rápidamente di cuenta, y mientras lo hacía, en la mesa de al lado no pararon de quejarse de la cantidad que mosquitos que había, y eso que eran clientes habituales del camping, y que cada año venían desde Bilbao. En otra mesa también oi quejarse de los mosquitos, y decidieron cenar dentro del local. Yo no vi ningún mosquito de momento, pero cuando llegué a la furgo y me acosté, eso ya fue otra cosa. Había dejado completamente abierta la puerta corredera, y poco tardaron los mosquitos en zumbar a mi alrededor, menos mal que tenía un flix a mano, pero me arrepentí de haberle vendido al Okupas las pastillas antimosquitos, y que no había repuesto. Durmiendo con un ojo abierto y disparando flix, pasé toda la noche. Por la mañana me levanté temprano, tomé otra ducha y pagué la factura del camping. Tranquilamente cogí la 340 en dirección a casa, y a pesar de que estaba a unas 3 h. hasta la tarde no llegué a casa.
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