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jueves, 29 de diciembre de 2016

QUE NOCHE LA DE AQUEL DÍA

Hoy he ido a Masnou porque el móvil no me funcionaba, y una vez arreglado, pasaba con la furgo por la calle Navarra, y he pensado "Ojalá me encontrara con Xavi" y mira por donde, cuando llego a la esquina de La Caixa, veo a una persona cruzando la calle que me parece que es él, que es Xavi. Paro a unos 10 mt y empiezo  a hacer sonar el claxon y se vuelve, pero no me reconoce, insisto con el pito y él comienza a señalarse hacia si mismo preguntándose si era a él a quien pitaban. Mira hacia atrás para ver si a alguien a quien pite el del claxon, pero no se mueve y entonces empiezo a hacerle gestos desde la ventanilla. El semáforo se pone en verde y me acerco a Xavi aparcando a su lado. Que alegría verle, aunque me ha parecido mayor y algo grueso, pero me he sentido muy feliz al ver que no me reconocía hasta que le he dicho "Viçeçe" y sonrie. Cuantos años han pasado desde que nos vimos la última vez y cuantas historias hemos vivido juntos. Le he preguntado por su salud, pues últimamente no le han ido muy bien los circuitos, pero le he visto bien y contento al verme. Nos hemos dado las manos a través de la ventanilla y hemos estado recordando viejos tiempos. El me ha dicho que recordaba una vez en que habíamos estado en Barna bebiendo Absenta en el bar de Miguel, con varios amigos, antes de ir a la Planchadora, como hacíamos siempre. Todos íbamos muy pasados, completamente borrachos. Recuerdo que Makoki estaba tirado en medio de la calle Aribau, después de haber estado dándose cabezazos contra un árbol, y yo acababa de entrar en la Planchadora con la cara pintada como un indio Comanche, y arrastré a todos los que estaban apoyados en la barra con mi empuje. El camarero saltó por encima de la barra en mi búsqueda pero no sé que pasó, el caso es que no me encontró. Al final de la noche, Xavi nos llevó a Makoki, a Joan  Durán y a mi hasta Masnou e intentó dejarnos a cada uno en su casa. Cuando llegamos a casa de Makoki, Xavi dejó a Makoki en la puerta de su casa, llamó al timbre y salimos corriendo. Luego me llevó hasta mi casa, y antes de dejarme me preguntó si me encontraba bien, le dije que si y yo me fui hacia casa, pero en vez de llamar a mi timbre, llamé al de la vecina. No era muy tarde, pero cuando la pobre mujer vió a un indio comanche en la puerta y no en muy buen estado, ni me abrió, aunque al día siguiente se lo dijo a mi madre. Yo dormí en el suelo hasta el día siguiente y no me enteré de nada más. No sé como acabaron Xavi y Durán, pero también llegaron bien a casa, supongo.

¡QUE NOCHE LA DE AQUEL DÍA! HECHO DE MENOS ESAS GRANDES BORRACHERAS TRIPERAS.

(El de la foto soy yo en una playa italiana, con 18 añitos)

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