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viernes, 31 de diciembre de 2010

Hamán en Agadir, y La Medina

13/12/2010

Toca  bañarme. Como había quedado con  el Sr. Mohammed para ir al hamán, he salido temprano a buscar unos encargos que me estaban preparando, después he ido a la Medina, que es un palacio fantástico. Allí una chica se ha empeñado en venderme un turbante, cosa  que al final ha conseguido. Más tarde hemos ido al Hacdonald, que ya os suponéis lo que puede ser. Me he acordado de que hacía años solía tomar un zumo de naranja con una bola de helado de vainilla, y eso es lo que he pedido. Estaba buenísimo y fresquito, pues aquí el zumo lo suelen servir natural.

Después he ido a ver al Sr. Mohammed que ya estaba esperándome donde habíamos quedado. He dejado La Marchosa a buen recaudo, he cogido todos mis trastos para el hamán y hacia allá hemos ido. El lugar es una puerta discreta y ni siquiera me he fijado si tenía letrero. Los hamanes públicos suelen valer entre 10 y 20 DH. Él ya había avisado que vendría con un amigo. Hemos entrado en primer lugar a una habitación que es el vestuario, donde te sueles quedar en calzoncillos o ponerte un bañador. La ropa la dejas en un altillo, pero nada de armaritos, así que yo no llevaba nada más que lo que me hacía falta y un poco de dinero para pagar. Luego coges el Kish que es una manopla con la que te frotas bien fuerte, y el Beldi, que es como una especie de jabón aceite, lo tienes que haber comprado previamente; un cazo para echarte agua del cubo y shampú para el final.

La siguiente habitación está ya una temperatura un poco alta, pero había otra más con mayor temperatura que es donde  decidimos quedarnos. No había mucha gente, pues los días más visitados son los sábados y domingos. Lo primero es elegir un sitio donde estar cómodo y que no sea el más caliente del suelo, pues hay esquinas que queman, como la que yo elegí, para ver si me calmaba un poco el dolor de espalda. Te das un buen remojón y te tumbas en el suelo caliente para tomar lo que diríamos una sauna y se te abran los poros. Como yo llevaba Beldi, el empleado me frotó con el de arriba abajo, y allí me quedé tumbado un buen rato, esperando mi turno para el masaje. Primero masajearon al Sr. Mohammed y luego llegó mi turno. Con el Kish o manopla, el empleado empezó a frotar todo mi cuerpo, y la cantidad de porquería que salía de mi piel no podía verla, pues las gafas las había dejado fuera, pero de vez en cuando veía una especie de piel arrancada sobre mis brazos, que no era otra cosa que la suciedad que iba saliendo de los poros abiertos. Y el masajista dale que dale, cada vez frotando más fuerte. Al final me enjuagó y me dio un pequeño masaje en la espalda. Me volvió a enjuagar y me puso shampú por todos lados. Otra vez a frotarme con el kish y un último enjuage y ya está, sales para afuera a secarte y cambiarte. Me cambié rápidamente, pues quería tomar algo de aire de la calle y mientras esperaba en la puerta, un Mercedes, como no, pues aquí están como mínimo la mitad de los Mercedes del mundo, chocó contra nuestro coche, pero al nuestro no le pasó nada, en cambio al otro se le rompió el foco. Es la segunda vez que chocamos contra un Mercedes desde que estoy aquí, pero han sido golpes pequeños.

Justo entonces llegaba el Sr. Mohammed, y como no he entendido nada de lo que ha dicho, pues no traduzco. Me han invitado a su casa a cenar, así que para allá vamos, pero como vive cerca de los baños vamos andando. Me presenta a su sobrina que debe tener casi 2 años, que no quiere dormirse porque no encuentra su muñeco con el que siempre duerme. Primero me tomé un refresco, pues estaba sediento. Como primer plato Jadida, que es una sopa buenísima y consistente. Dátiles para ir picando. De segundo berenjenas rellenas y de tercero pollo al estilo marroquí. Yo no comí mucho, pues aún estaba bajo los efectos del baño. Tampoco hice fotos de los platos, que esta vez si que valía la pena ver, pero no tenía ganas de sacar la cámara de fotos. Hablamos un rato y pronto me fui a buscar a La Marchosa, que ya estaba harta de esperar, y para casa a dormir. Cuando llegué no había sitio donde aparcar, así que tuve que dejarlo en punto muerto y sin freno, para que los guardas pudieran mover La Marchosa si hacía falta.

Buenas noches y hasta la próxima.






Verdad que parezco Ali baba ahora?























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